martes, 26 de junio de 2012

La oposición ¿útil?




En estos días, de gran zozobra política e institucional, el PSOE se debate en el tipo de oposición que tiene que realizar por el bien de España, pero...¿cual es la oposición “útil”?

Para algunos, aquella que represente un seguidismo a las políticas neoliberales del Gobierno de Rajoy, son las verdaderamente útiles, para defender los intereses de la “marca” España en el exterior frente a nuestros aliados como frente a aquellos que esperan el debilitamiento del Estado español para hacer caja.

Para otros, seguir a pies juntillas el discurso y el rumbo marcado por el PP, no hace más que poner a la nave socialista al borde del precipicio socio-político del país, y condenar al PSOE a la irrelevancia política en los próximos años.

El actual líder socialista, Rubalcaba, parece que intenta dar una de cal y otra de arena en la confrontación política, sin tener un discurso claro del modelo de Estado y de Sociedad que quiere para España y para el conjunto de la UE de la mano de los partidos socialistas en Europa. Así parece compartir o apoyar ciertas iniciativas del Gobierno Popular, mientras que se muestra inflexible en un adelgazamiento mayor del estado del bienestar (especialmente en educación y sanidad). La Sociedad, por medio de las encuestas demoscópicas, no está percibiendo esta estrategia como acertada.

Otras voces, dentro de la familia socialista, se empiezan a alzar poniendo de manifiesto la falta de rumbo y de discurso propio, que no nos haga perecer en las próximas citas electorales a favor de otras opciones políticas, especialmente de IU, quien por fin podría convertirse en una seria amenaza a las expectativas electorales del PSOE y el desangre del voto menos ideológico hacia un UPyD carente de ideología, pero altamente mediático.

El PSOE como partido más que centenario, es una institución más de nuestro Estado, que hay que salvar de la quema de las instituciones, y para ello, al igual que aquellas, tiene la necesidad de adaptarse a la nueva realidad social y política de España, que nada tiene que ver con aquella España predemocrática ni con aquella ya tan lejana de la Segunda República. Los tiempos cambian y la grandeza de las instituciones se mide por su capacidad de adaptación al tiempo en el que le toca desarrollarse.

La sociedad española del S.XXI es altamente compleja, donde la ciudadanía siente rechazo por una clase política insensible a las necesidades de la mayoría y donde las instituciones administrativas no parecen que estén diseñadas para, de forma eficiente, resolver los problemas de los ciudadanos.

Ha llegado la hora, por tanto, de que el PSOE, con Rubalcaba a la cabeza, pero con todos y todas los que componen el Partido, empiecen a trabajar en el modelo de Sociedad y de España que quieren para los próximos años, para ello se hace imprescindible la participación de la mayoría social, que tienen que ver la necesidad de acompañar y de reconducir las políticas del PSOE de los últimos años. Pero mientras que esa oferta llega, los socialistas tienen la oportunidad de demostrar allá donde gobiernan, especialmente en Andalucía y Asturias, que ha hecho el necesario propósito de enmienda y que están dispuestos a dar el paso al frente que la Sociedad viene reclamando con insistencia. Por contra, si el PSOE se instala en un “contraestilo”, estará cavando definitivamente el pozo del que le costará salir.

El PSOE hasta la fecha ha demostrado un gran patriotismo frente a otros, que enrrollados en la bandera, han mirado más sus propios intereses electorales que el interés general de nuestra nación, de eso son plenamente conscientes los ciudadanos, pero también exigen del PSOE que sea el motor que tire de una Sociedad que pide una reforma en profundidad de su organización administrativa y una mayor protección de sus derechos como trabajadores y ciudadanos. Es francamente difícil hacer una oposición útil para España, pero algunos pensamos que el mayor servicio que podemos hacer, lejos de apoyar al Gobierno Popular, es la construcción de un discurso propio de la mano de los ciudadanos.

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